Tiger Woods, el ‘niño prodigio’ del golf y su compleja y confusa vida privada (art.)

Uno de los últimos episodios de la historia, compleja y confusa, de Tiger Woods -probablemente el mejor jugador de todos los tiempos-, se vivió el verano de 2017 (después han venido otros, más positivos) cuando salió de un centro de rehabilitación tras haber sido arrestado después que la policía se lo encontrara en muy mal estado, aparcado con su Mercedes en uno de los márgenes de la carretera, cerca de su casa de Florida, a las tres de la madrugada, a finales de mayo.

(Artículo publicado el verano de 2017).

Pasó la noche en las celdas de la Oficina del Sheriff del condado de Palm Beach y en un primer momento se especuló con que el golfista había consumido drogas y alcohol. El propio Woods lo desmintió y la policía también, después de realizarle dos análisis que así lo demostraron. La versión aceptada de los hechos fue que se trató de una reacción adversa tras la ingesta de dos medicamentos para los dolores de espalda y el insomnio. Uno de ellos era Vicodina, un fuerte opiáceo al que es fácil desarrollar adicción. De hecho, según datos publicados en la prensa, en 2015 más de 20.000 personas murieron en Estados Unidos por sobredosis de ese analgésico.

2009, ‘caída en barrena’
La vida de Tiger Woods ha experimentado una transformación profunda y crítica desde que a finales de 2009, en la noche de Acción de Gracias de aquel 27 de noviembre, padeciera otro accidente con su vehículo cerca de su casa de Orlando contra una boca de riego y un árbol y que dio pie a que se destapara todo un escándalo de infidelidades que le llevó a la separación al año siguiente y que sumió su carrera en el golf en una etapa completamente distinta a la inicial.

Tras varios meses de silencio, en febrero de 2010, en las oficinas centrales de la PGA americana aseguró ser el “único responsable de todo lo sucedido”. Se habían filtrado rumores sobre posibles malos tratos a su mujer, la ex modelo sueca Elin Nordegreen, aquella noche tras descubrir los affairs de su marido. Woods lo negó y descartó cualquier tipo de maltrato en la relación entre ambos o sobre sus dos hijos. Pidió “perdón a su mujer, hijos, madre, amigos, a su fundación y a todos los niños que lo admiran”. Aseguró no haber pensado en el daño que ocasionaba y lamentó “haber traicionado los valores en los que le habían enseñado a creer”. Perdió el mundo de vista: “Sólo pensé en mí”, reconoció. “Quise acceder a todas las tentaciones que me rodeaban y que, por el dinero y la fama, no me quedaban lejos”. Admitió que “estaba equivocado y ser un mentiroso”.
Se trató en ese momento de todo un escándalo que tiraba por los suelos un mito que había llegado muy joven a la élite del golf mundial donde dominó la escena durante prácticamente una década: la que va desde finales de los años 90 hasta finales de la primera del siglo XXI. Llegó al número uno mundial con apenas 21 años en 1997 tras ganar el Masters de Augusta. Y se mantuvo en esa posición durante dos largas etapas entre agosto de 1999 y septiembre de 2004, y entre junio de 2005 y octubre de 2010. Dos periodos, uno de 264 semanas y el otro de 281, que hacen un total de 683.

Un antes y un después de Tiger Woods
Durante ese periodo ganó 14 ‘grandes’ y el récord de 18 de Jack Nicklaus parecía entonces al alcance. Ese dominio apabullante es el que ha llevado a algunos analistas a considerar que el golf vivió una época anterior a la llegada de Woods a la élite de este deporte y una época posterior a su irrupción.

Con él en su máximo rendimiento, según algunos datos, la afición por el golf se disparó en su país con la construcción de un 30 % más de campos y un número de aficionados que creció durante esa década de forma notable. Pasada esa época dorada y coincidiendo con el declive de Woods, esas cifras parece que se han reducido sensiblemente y el número de practicantes vuelve a asemejarse al de hace dos décadas. Por entonces, durante el ‘reinado’ de Tiger las dotaciones en premios en Estados Unidos pasaron de unos 100 millones de dólares a casi 300 y el número de golfistas profesionales que durante ese tiempo atesoraron premios por valor de más de un millón de dólares se multiplicó por diez.

Su fortuna, según la revista Forbes, se calcula en 658 millones de euros. Pocos deportistas han conseguido amasar esos volúmenes de dinero, tanto dentro de los campos de juego como fuera. Su talento pero también su imagen intachable le granjearon el apoyo de muchos patrocinadores.
Hoy (2017) se encuentra hundido en el ránking cerca del número 900. Un dato que hace bueno cuando cayó hasta casi el 60 en 2011 y que entonces ya encendió algunas luces de alarma. Cuatro operaciones de espalda, más otras tantas de rodilla y problemas en uno de sus talones de Aquiles junto con el consumo de analgésicos, pastillas para el insomnio y contra la ansiedad representan una barrera ante la que asegura “estar luchando para recuperarse”. De hecho, al salir este verano de rehabilitación afirmó estar buscando ayuda profesional ante las dificultades que atraviesa. Su último torneo lo jugó en febrero en Dubai. Había vuelto en diciembre después de 15 meses alejado del circuito profesional.

TigerWoodsOct2011

No todo el mundo confió en su recuperación
Su último ‘grande’ lo ganó en 2008 pero la historia de estos últimos años también guarda pequeños episodios para ser optimistas. Entre finales de 2012 y 2013 consiguió ganar varios torneos, meterse entre el Top Ten, escalar hasta situarse entre los cinco mejores del mundo y llegar incluso al número uno. En 2013 pese a todas las vicisitudes, escándalos, lesiones y demás problemas volvió a encabezar desde lo más alto la clasificación internacional de golf.
En declaraciones hechas a la prensa este junio (2017), Chema Gómez, mano derecha de Chema Olazábal, señalaba:

“Pensaba que iba a volver y arrasar de nuevo. Es 10 veces el mejor que he conocido, por su fuerza moral, era capaz de ganar un ‘grande’ con la pierna colgando. Pero ese jugador que llegó con un 7% de grasa y que llevó a los demás al gimnasio se ha visto mal físicamente y eso ha conducido a lo otro. Se ha quedado sólo y no lo ha superado. Ahora cada día que pasa es como un año para no volver”.


En otro sentido hay quienes todavía a fecha de hoy se muestran esperanzados de recuperar al mejor Woods. Entre estos, hay dos números uno. El primero es el alemán Martin Kaymer, que se muestra rotundo frente a la reacción de algunas personas: “Es asqueroso que la gente le patee cuando todavía está en el suelo. Él inspiró a niños, a adolescentes, los inspiró a todos. Queremos verle feliz y volviendo a jugar”. El segundo es el que tiene el récord de ‘majors’ ganados, el mismo Jack Nicklaus, que afirmó: “Soy su amigo. Me siento mal por él. Necesita el apoyo de mucha gente. Y yo seré uno de ellos”.
Eldrick Tont Woods, conocido más popularmente como Tiger, apodo que le puso su padre en homenaje a un compañero de Vietnam, pasa ya de los 40 años aunque el golf es un deporte muy longevo. Tiempo hay para ver si consigue volver a ser el que era.
Por si acaso, el propio jugador ha creado lo que él llama el “segundo capítulo de su vida”: una empresa de nombre Tiger Woods Ventures, para desarrollar nuevos proyectos de negocios y también de tipo filantrópico para que su legado no se limite solo a “berdies y boogies”. //

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