“L’ou com balla”, una tradición simple y curiosa aunque de origen desconocido

Barcelona y otras localidades catalanas como Cardona, Manresa, Igualada, Tarragona o Martorell (entre otras) celebran por el Corpus Christi una tradición curiosa, divertida, sencilla y bella de origen desconocido pero que cada vez es más popular y tiene más adeptos. “L’ou com balla” consiste en un un huevo vacío que baila sobre el chorro de agua de un surtidor, normalmente en claustros o edificios religiosos si bien con los años también se ha extendido a otros edificios históricos o singulares de las ciudades.

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En Barcelona los espacios más emblemáticos son el claustro de la Catedral y el Archivo Histórico o Casa de l’Ardiaca. En uno y otro además del espectáculo del propio huevo manteniendo el equilibrio sobre el agua, destacan los motivos florales sobre la base y alrededores que dotan al conjunto de un gran colorido que embellece la estampa pero que también obedece a una finalidad más práctica. Si por lo que sea el huevo se sale y cae al suelo, de este modo se evita que se rompa ( o se intenta). De hecho, según leemos, si acaba la jornada sin que eso se produzca, es símbolo de buenos augurios.

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Durante nuestra visita al claustro de la Catedral, al Archivo y al patio del Museo Marés, observamos gran expectación entre los espectadores. En el Archivo, el primero, disfrutamos también de unas vistas aéreas sobre el mismo que ofrecían una buena perspectiva de todos los elementos. También observamos que no solo los vecinos de la ciudad estaban interesados en el espectáculo sino que también hacía las delicias de los turistas. Y también, entre pequeños y mayores. Las escenas se repetieron en el claustro, con la habitual compañía de las ocas blancas,  elegantes, graciosas, en el interior del recinto; así como en el Museo Marés, donde además de “L’ou com balla”, era un ocasión ideal para tomarse algo en su terraza al aire libre, perfecta para complementar la visita en una agradable tarde de verano.

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El origen, en cualquier caso, es motivo de debate y no está muy claro. Según la información oficial data por lo menos del año 1440, año del que consta una anotación para la celebración del Corpus en la capilla de la Catedral de Barcelona en la que aparece una partida de huevos para el surtidor. Por contra hay quien ve similitudes con los juegos de agua que los musulmanes practicaban en sus patios interiores  y que en algún caso también incluían una pelota, mientras que otras versiones creen que llegó a través de un fraile dominico procedente de un pequeño pueblo italiano. Otras lecturas consideran que el origen se encuentra en las costumbres cortesanas en Nápoles en tiempos de Alfonso ‘el Magnánimo’ o, incluso, leemos, que podría tratarse de un juego entre los nobles residentes en la calle Montcada de Barcelona durante la espera del paso de la procesión del Corpus.

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Otras interpretaciones, menos religiosas, ven en esta tradición símbolos de fecundidad y regeneración, propios de la estación del año (habitualmente primavera, si bien a veces cae muy tarde y ya cerca del verano). Tengan razón unos u otros y parece que las versiones están muy alejadas unas de otras, lo cierto es que se trata de un espectáculo curioso, simpático, bonito y que año tras año cada vez genera más expectación e interés. Preludio, en cualquier caso, del buen tiempo que está por llegar.


 

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