“En arquitectura existe un futuro por delante a inventar” (ent. Josep Lluís Mateo)

Entrevista con el arquitecto y profesor universitario Josep Lluís Mateo, autor entre muchas otras obras por buena parte del mundo de la actual sede de la Filmoteca de Catalunya, en el Raval de Barcelona.


¿ Cuándo decide dedicarse a la arquitectura? ¿Quería serlo desde pequeño? ¿Lo decide cuando se acerca ya a la universidad?

Alguna vez que me lo han preguntado, siempre respondo lo mismo y obedece a una historia familiar un poco peculiar porque yo tampoco tengo muy claro hasta qué punto quería ser arquitecto. Mi padre estudiaba antes de la Guerra Civil para ser arquitecto, que entonces incluía también dos años de Ciencias Exactas, de Matemáticas. La Guerra Civil lo trastocó todo, acabó Ciencias Exactas, luego fue catedrático y acabó tarde Arquitectura cuando su sueño siempre había sido esto último. Así que tuvo una práctica muy limitada y decidió que su hijo iba a ser arquitecto. De modo que yo desde mi más tierna infancia ya tenía esa vocación. Recuerdo incluso algunos libritos para niños de Le Corbusier, Mies van de Rohe… con los que yo jugaba con apenas tres años. Estaba como predestinado; aunque eso no quiere decir que podría haberme negado llegado el momento.

A mí me gustaba, me interesaba la parte del conocimiento, de la filosofía, historia del arte, la parte humanística, que se me daba bien pero también no era malo en matemáticas. La arquitectura me daba respeto porque la asociaba a habilidades manuales como el dibujo. En cualquier caso, esa combinación de la doble vertiente humanística y técnica, a medio camino entre ciencia y arte, encajaba con lo que me gustaba y se me daba bien. Probé, con muchas dudas,  funcionó y aquí estoy muchos años después.

Se podría decir, entonces, que la arquitectura se ajustaba a sus intereses, gustos y personalidad.

Sí, podríamos decir que sí porque a mí lo que me interesa de la arquitectura es como una forma de conocimiento, de estar en el mundo, pero también desde su vertiente más técnica y científica. Por otro lado, también he descubierto otras partes que no me gustan tanto ya que la arquitectura está muy metida en el núcleo duro de las sociedades, ligada a las bajas pasiones humanas porque es donde está el dinero, el poder… Existen estos otros componentes ya que, de alguna manera, la arquitectura es la expresión de la sociedad. Todo esto la hace excitante a veces pero a su vez extraordinariamente dura.

¿Cómo valora la situación hoy de la arquitectura en nuestro país, con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y un horizonte por delante para este sector bastante complicado?

Hablando de la tradición local, está claro que venimos de una época de mucha actividad que se ha parado de forma muy significativa. Aún y así no hay que olvidar que la construcción es una actividad permanente de la Humanidad. Frank Ghery decía en tono de broma aunque con mucha razón sobre la profesión de arquitecto que “es la segunda más vieja del mundo con conexiones con la primera”. Y es bastante cierto. Hay una necesidad de construcción no sólo por cuestiones técnicas sino también culturales, de expresión o también de ambición.

Pero aquí se ha construido mucho…

Sí, pero sinceramente nunca me he considerado en mi caso como un arquitecto español o catalán sinó europeo. Mis intereses iban y van más allá de las fronteras de aquí. Con la arquitectura hablamos al mundo. De cara a los jóvenes profesionales está claro que si lo que se pretende es una actividad local, la verdad es que hay pocas plazas para ello. Pero el mundo es muy grande y hay muchos lugares donde se están haciendo cosas y dónde se pueden proponer nuevos proyectos, ideas, iniciativas…

Hablando del mundo, ¿dónde se están haciendo cosas interesantes dentro del campo de la arquitectura?

Para mí el centro siempre ha sido Europa, que ha tenido un rol principal sobre todo a nivel de producción de ideas. La mayoría de corrientes siempre se ha producido aquí pero no así la práctica. En los años cincuenta y sesenta ésta se desarrolla en Estados Unidos; también incluso en el periodo de pre-guerras. Hoy, como zonas donde se está produciendo esta práctica, encontramos Oriente Medio, Asia, Sudamérica… mientras en Europa se siguen todavía haciendo cosas.

Nosotros, a nivel de mi despacho, actuamos en todas estas partes. Evidentemente esto no es nada fácil, cuesta, pero hoy la interacción en el mundo es mucho mayor. Mi cultura es Europa pero mi marco de acción es el mundo. Hoy se produce una interconexión global, un punto de contacto, un lenguaje común, que hace que todos compartamos un mismo sustrato a su vez enriquecido por lo local.

Existe en esta globalización la amenaza de la uniformización, reducción, minimización de pequeñas tendencias.

Sí, por supuesto pero ésta es la gracia: hoy existe la posibilidad de hablar un lenguaje común pero a la vez se reivindica más que nunca el valor de lo local. Hay una tensión que en ciertos aspectos puede ser dramática pero también muy creativa. Todo esto genera una gran atracción.

En China, por ejemplo, después de construir y destruir -porque muchas veces una cosa va muy ligada con la otra- durante muchos años, hoy hay arquitectos de las nuevas generaciones que reivindican el valor de su cultura, de sus tradiciones y de lo que pueden aportar.

Dicho de otro modo, no creo que ni el presente ni el futuro vaya hacia modelos ‘estilo Norman Foster’: una máquina de 3.000 arquitectos produciendo proyectos, en el mejor de los casos, sujetos a soluciones tecnológicas y de eficiencia. Pienso que se está yendo hacia una producción más rica, diversa, singular, propia, diferenciada. Es, por todo esto, que pienso que los arquitectos jóvenes tienen mucho campo por delante. Existe un futuro por delante a inventar.

¿Es optimista de cara al futuro de esta profesión?

Aquí las oportunidades van a ser escasas y con mucha competencia pero habrá que buscar nuevas oportunidades. Este es un oficio que, como casi todos, es incierto. Antes los trabajos parecían garantizados pero hace ya tiempo que un título ya no es garantía de nada; dependerá de lo que cada uno proponga, aporte. Está claro que es un poco duro pero también excitante. Lo que es seguro es que demanda capacidad pero lo más importante es que te interese y te entusiasme.

Venimos, de todos modos, de una época donde ha habido mucho trabajo en España.

Sí, pero ha sido una trampa.  Se ha construido mucho pero mucha gente se ha quedado atrapada  por ello. Estaban instalados muy cómodamente en esta dinámica y luego se han hundido. Hablo de grandes despachos que no han sabido o podido adaptarse a este cambio drástico. No han tenido posibilidades de reacción y ha sido muy dramático, la verdad.

A los jóvenes, lo primero que les aconsejo es que se planteen si les interesa o no porque es una profesión difícil; aunque hoy todas lo son. Se ha acabado el momento en que con una carrera universitaria el futuro era fácil. Depende de muchas cosas: capacidades, estrategia, iniciativa…

Hablemos, si le parece, sobre alguno de sus proyectos: uno de los más recientes e interesante ha estado la nueva Filmoteca de Catalunya. Sobre ella, dicen ustedes en su web, que es la “expresión de una forma pura”.

No me acuerdo mucho pero con la Filmoteca quería hacer varias cosas: una, que se adecuara al lugar ya que ésta es una tradición dentro de la arquitectura moderna y que no se ha seguido de forma demasiado brillante en las distintas intervenciones que se han venido haciendo en el Barrio Antiguo de Barcelona. Otra viene relacionada con lo que comentaba: cuando hablaba de “forma pura” me refería especialmente a su esencia más básica, primitiva, directa; de ahí que apostáramos mucho por los muros, ladrillos, por superficies lisas, limpias, muy uniforme, con pocos artificios, ornamentación, paredes de hormigón. Más que hablar de “pura forma” sería “pura construcción”, en línea con el conjunto del barrio.

También habla en relación a la Filmoteca de “referencias cinematográficas”.

Sí, bueno. Me sirvieron como referencias una película de los años sesenta, ‘Los pianos mecánicos’, que pasaba en el Raval, así como el documental de José Luis Guerín ‘En construcción’. Esta segunda película me influyó mucho así como también los trabajos fotográficos neorrealistas de Joan Colom, donde en algunas de sus imágenes se ven las paredes medianeras de las viviendas y cómo quedan plasmadas en ellas las huellas de las vidas de sus antiguos inquilinos. Este tipo de imágenes sobre el peso del pasado y la construcción me ayudaron a desarrollar el proyecto.

Por otro lado tuve muy en cuenta el papel de la luz en el cine y el juego que se establece entre ésta y la sombra. El cine es una actividad que se desarrolla a oscuras y de ahí que las salas de proyección en la Filmoteca estén en el subsuelo, en los sótanos, en las entrañas de la tierra. Este diálogo está muy en la base de este edificio.

De sus trabajos en el extranjero, que se han producido sobre todo en Francia, Holanda, Alemania y Portugal, ¿cuál destacaría?

También en Beirut, delante del mar, y en algún otro lugar como Suiza donde soy profesor y tenemos varios encargos. El primer edificio que hice en serio en el extranjero fue en Holanda, en el puerto de Ámsterdam, en el 2000 y fue muy importante para mí porque fue muy valorado. Lo recuerdo con gran cariño. Después hicimos las oficinas centrales del Bundesbank en Chemnitz (Alemania) y, más recientemente, en Portugal con la Plaza del Centro Cultural de Castelo Branco. Éste último, la verdad, es que me parece precioso, maravilloso. Poco antes, realizamos la entrada a la Galería Nacional de Praga, que está en varios palacios, arriba en la montaña. Y ahora estamos en Francia, donde justo acabamos de terminar un edificio de oficinas en Bolougne-Billancourt, del que estoy muy orgulloso, estamos acabando un proyecto al sur de Bayona y tenemos otro encargo en Niza.

De entre toda su obra, ¿cuál es el común denominador, la idea subyacente en toda ella y que podría definir su trabajo?

Es difícil de decir porque esto más que tarea mía tendría que serlo del crítico que evalúa, analiza mi trabajo. No digo que no exista pero no me interesa tanto enfrentarme a los proyectos a partir de mis gustos o intereses como hacerlo a partir de un análisis independiente y original de cada uno de los encargos. Intento cada vez desprenderme de todo lo hecho anteriormente y centrarme en lo genuinamente específico de cada proyecto. En cualquier caso siempre parto de un análisis del lugar y su cultura, así como del estudio de cuál va a ser la función, el contenido, de dicho espacio, también desde una aproximación conceptual de ésta. Me interesa saber si son lugares de trabajo, vivienda, entretenimiento, los barrios circundantes… Y el tercer punto, que siempre me ha interesado mucho, es la consistencia física del objeto, la parte más básica, la materia. //

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