(Entrevista publicada en uno de los primeros números de “EV”, anterior a los atentados de Barcelona del verano de 2017)
Los atentados de Francia contra el semanario Charlie Hebdo junto con las últimas detenciones realizadas en España o las alarmas por riesgo de atentado terrorista la pasada Semana Santa han vuelto a poner al conjunto de la comunidad islámica en el ojo del huracán.
» Los atentados contra las Torres Gemelas de 2001 sumados a los ataques de Londres y Madrid han demonizado a toda una comunidad que es vista mayoritariamente con recelo y que es víctima o blanco de acentuadas suspicacias. Las situaciones que se viven en países como Afganistán, Yemen, Arabia Saudí o Sudán no ayudan en nada a transformar muchos de los estereotipos que aquejan a un colectivo que en muy buena medida profesa una visión piadosa y moderada del Islam.
En ‘EV, entrevistas para lectores curiosos’ hablamos en su momento con el portavoz de la Comunidad Islámica de Catalunya para tocar todos estos temas y saber más sobre una comunidad amplia, que ha crecido y sigue creciendo mucho en nuestra geografía pero que sigue siendo muy desconocida para la mayoría de la ciudadanía. Aquí puede leerse un fragmento de la entrevista que se encuentra de forma íntegra en la versión en papel de la revista.
¿Cómo es ser musulmán en Catalunya?
Yo creo que el miedo a lo diferente siempre existe y siempre existirá. Así que el hecho que vivamos aquí, en un país con una realidad y cultura muy específicas, es un reto como también lo es para la Administración y los gestores de este tipo de fenómenos. Todos juntos necesitamos un aprendizaje para llegar a puntos de consenso. No hay fórmulas mágicas y a veces nos podemos sentir desbordados.
¿La convivencia es cómoda?
Son procesos que dependen del momento, la situación y la dinámica misma de cada una de nuestras comunidades.
¿Cuándo dice que “depende”, a qué se refiere?
Cuando digo que depende me refiero por ejemplo a fenómenos globales que afectan por igual a todo el mundo como la crisis o el terrorismo, los radicalismos…
Desgraciadamente algunos de los fenómenos que cita se relacionan muy habitualmente con los colectivos musulmanes. ¿Qué hacen desde estas comunidades para luchar contra estas generalizaciones que tanto les afectan?
Pienso que nosotros ya hemos superado estos problemas. Hoy, nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos -podríamos decir que ya estamos en la tercera generación de musulmanes en Catalunya-, compartimos las mismas inquietudes que cualquier otro catalán. Así, el reto es saber explicar nuestra realidad pero desde una actitud que no sólo sea defensiva. Hemos hecho públicos manifiestos en contra del terrorismo y a favor de la paz. Es importante saber ir más allá de la noticia cuando ésta se produce.
Precisamente en Barcelona en estos años se han producido detenciones de células acusadas presuntamente de estar relacionadas con Al Qaeda, también imanes que profesan interpretaciones extremistas del Islam…
Sí, sí. Hay personajes con determinadas afinidades ideológicas que la propia comunidad detecta y separa. El tema de los imanes es importante aclararlo. Cuando se extralimitan y sobrepasan sus funciones y el papel que nosotros y la religión les otorga, entonces deben hacerse responsables de sus actos. La función del imán es dirigir las plegarias, construir un sermón coherente con la realidad y dar a conocer la realidad que el Islam predica en países muy cercanos como Marruecos. Así que no tiene nada que ver con hacer proselitismo del terrorismo o de posturas radicales. Nosotros mismo intentamos controlar estas cosas e, incluso, apartar a este tipo de personas. La comunidad detecta estos elementos, ya que quién tiene el control de los oratorios y las mezquitas son las juntas directivas que son las que contratan a los imanes. Los medios de comunicación hablan de los imanes como si fueran los líderes de la comunidad pero esto no es cierto sinó que se limitan a prestar unos servicios.
Otro tema delicado es el del papel de la mujer dentro de las comunidades musulmanas, el uso del burka…
Aquí, para tratar este tema, es importante distinguir entre cultura, tradición y religión. Hay que tener en cuenta que el Islam, originario de la Península Arábiga, se vive de formas diferentes en función del país del que hablemos. El Islam, en cualquier caso, no ha podido contrarrestar algunos comportamientos anteriores a su llegada a muchos países, más vinculados a comportamientos ancestrales que a la religión.
El tema de la discriminación de la mujer no es cierto. La gente que sabe un poco sobre el Islam conoce que dio derechos a la mujer hace quince siglos y la protegió en una época en la que tuvo un papel mucho mejor que el que le otorgaban otras culturas como la romana, persa o china. Entonces comportó toda una revolución. El Islam no es un religión que oprima a la mujer. Para saber esto solo hay que estudiarlo un poco. Así que en realidad se trata más de un aspecto vinculado a elementos culturales o tradicionales, que con el tiempo se ha mezclado con la religión. Hoy, lamentablemente, tanto el hombre como la mujer, en algunos países, están indignamente tratados.
¿La mujer sufre hoy situaciones de discriminación dentro de las comunidades musulmanes en Catalunya?
Bien, pienso que depende de su origen. La mujer marroquí, por ejemplo, creo que no sufre este tipo de situaciones como tampoco las que proceden de países del norte de África. En aquellas zonas la propia mujer ha creado dinámicas de cambio social y político, aceptadas por gobiernos y religión, que les han otorgado un trato más igualitario. De todos modos, no debemos olvidar que tampoco en Occidente la mujer no podía votar hasta no hace tanto tiempo. Se trata de procesos que se viven en cada uno de esos países.
¿ Desde el Consejo Islámico trabajan por esa igualdad?
Sí, sí. Trabajamos por ello. Llevamos diez años. Celebramos el primer Congreso de Mujeres en 2006 y ya hemos celebrado varias ediciones. En estos congresos las mujeres expresan sus preocupaciones en distintos ámbitos como el educativo, religioso… o sobre temas como el uso del velo, por poner un ejemplo. Precisamente respecto a este último punto, defienden que no tiene que convertirse en un impedimento para poder acceder a unos estudios, un trabajo digno…
En el Consejo somos partidarios de cederles protagonismo y que sean ellas mismas las que marquen su futuro en Catalunya. Hay que tener en cuenta que muchas ya han nacido aquí y son parte natural de esta sociedad. De todos modos y para el análisis de todo esto, hay que tener presente el perfil de muchas de estas personas que vienen a Catalunya: son mayoritariamente gente del mundo rural y muchas, analfabetas. Así que hay que ser comprensivos y entender que se trata de un proceso que requiere tiempo.
¿Puede definir un poco más este perfil de personas que llegan aquí?
Pues ha cambiado con el paso del tiempo. La primera generación la conformaban mayoritariamente hombres. Hablamos de un fenómeno que llegó hasta el año 2000 con las primeras regularizaciones. Eran hombres procedentes del mundo rural y con unos niveles de estudios muy bajos, que venían a ganarse la vida. A partir del 2000 empiezan a llegar más mujeres procedentes de Marruecos y de otros países africanos. Y con ello empiezan a producirse las primeras reagrupaciones familiares.
¿La integración en Catalunya está siendo difícil? ¿Más, por ejemplo, que en otros países con más tradición como Francia, Inglaterra…?
Creo que cada país o zona tiene su excepcionalidad en el trato de este fenómeno. En Francia, desde el laicismo puro y duro, con el tema de la inmigración y la religión han fracasado. Han vivido momentos muy críticos y se han dado cuenta que con lo que estaban haciendo favorecían la aparición de las banlieus, con la marginación y falta de igualdades que esto comporta.
Hablando de las banlieus, en Catalunya la inmigración también se concentra en determinadas zonas, como aquí mismo en el Raval donde ustedes tienen la sede el Consejo.
Bueno… hace treinta años los españoles y catalanes que iban a Suiza también se concentraban en determinadas zonas de las ciudades. Esto se produce sobre todo por las facilidades que te da moverte con gente con la que compartes el idioma, la cultura…
¿Qué se podría hacer para promover la integración?
Creo que habría que buscar políticas de acogida a inmigrantes eficientes. Para esto, en el caso de Catalunya, uno de los primeros pasos debería ser reclamar competencias en esta materia. Hay que buscar el encaje de unos y otros y trata de promover la diversidad, quedarse con las cosas buenas que cada cultura tiene, las religiones… También distribuir adecuadamente centros, servicios… para que sean más atractivos para los inmigrantes y evitar que se conformen guetos. Faltan, asimismo, expertos que sepan trabajar con la inmigración. Deberían crearse cátedras en las universidades sobre este fenómeno.
Y, hablando un poco de su experiencia aquí, ¿qué es lo que más le ha gustado hasta el momento?
Lo que más me ha impactado desde el primero día que llegué es el rigor en el trabajo de la sociedad catalana. Esta decisión seria de hacer las cosas, de trabajar por el bien de la sociedad y de demostrar que es un país capaz de ir hacia adelante. Esto, en Marruecos, no se ve. Quizás entre una élite pero no en el conjunto de la sociedad, que no tiene esta conciencia colectiva. Así que me ha impresionado su personalidad, historia y su voluntad de acogida a aquellos que también están dispuestos a hacer un esfuerzo por adaptarse. //
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